Higiene, frío y cocción: claves para prevenirla
La salmonela es una bacteria que causa gastroenteritis con diarrea, dolor abdominal, náuseas, vómitos y fiebre. En verano, el riesgo aumenta por el calor y los desplazamientos, que facilitan la ruptura de la cadena de frío.

Al comprar
Para reducir al mínimo las probabilidades de contagio, empieza por la compra: escoge huevos con cáscara intacta, lácteos pasteurizados y carnes bien refrigeradas; usa bolsa isotérmica para transportar perecederos y refrigera en cuanto llegues a casa. Mantén la nevera entre 1–5 ºC y el congelador a –18 ºC; enfría y guarda las sobras en las primeras 2 horas (1 hora si hace >30 ºC), en recipientes poco profundos, consúmelas en 24–48 h y recalienta hasta que estén muy calientes en el centro (>75 ºC).
Al cocinar
En cocina, evita la contaminación cruzada separando crudos y cocinados (tablas y cuchillos distintos o lavado a fondo entre usos) y lávate las manos 20 segundos con agua y jabón antes de preparar y servir alimentos y tras manipular carne o huevo crudos. Cocina aves y carne picada hasta que no queden zonas rosadas (temperatura interna ≥70 ºC), descongela y marina siempre en la nevera, nunca a temperatura ambiente. Con el huevo, evita mayonesa casera y postres con huevo crudo salvo que uses huevo pasteurizado; consérvalos en frío y consúmelos en el día. No laves los huevos antes de guardarlos (daña la cutícula) y no los cases en el mismo bol donde vas a batir. Lava frutas y verduras; si las tomas crudas en hojas, usa un desinfectante alimentario siguiendo la etiqueta.

Fuera de casa
Mantén los alimentos en nevera portátil con acumuladores y la tapa cerrada; evita ensaladillas y salsas con huevo si no garantizas la cadena de frío; en buffets, recuerda: lo frío, bien frío; lo caliente, muy caliente. Embarazadas, niños pequeños, mayores e inmunodeprimidos deben extremar precauciones y evitar por completo el huevo crudo o poco hecho y los lácteos no pasteurizados.