Durante la adolescencia el cerebro “pega el estirón”: termina de cablearse, crea nuevas conexiones y refuerza las rutas que ya funcionan.
Lo que el hierro hace por su cerebro en crecimiento
El hierro se vuelve protagonista porque forma parte de las proteínas que transportan oxígeno, actúa como cofactor de enzimas clave y participa en la producción de dopamina, el neurotransmisor que acompaña la motivación y la recompensa. Sin depósitos adecuados, la formación de mielina (el “aislante” de los nervios) se retrasa y la neurogénesis pierde ritmo, con efectos directos en la memoria procedimental—esa que nos permite escribir sin pensar en cada letra o lavarnos los dientes casi de manera automática.
¿Cómo saber si sus reservas son bajas?
Un cansancio que no mejora con descanso, dificultades para concentrarse en clase o un deseo irresistible de mover las piernas al acostarse pueden ser señales tempranas de alerta. Muchas veces no aparece anemia: basta con que la ferritina —el almacén de hierro en sangre— caiga por debajo de 15 ng/mL para que el hierro cerebral empiece a escasear. Las chicas son más vulnerables por la pérdida mensual en la menstruación, así que conviene vigilar sus niveles incluso antes de que llegue la menarquia.
Claves prácticas para reforzar el hierro día a día
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Desayuno inteligente: combina cereales integrales con fruta cítrica; la vitamina C multiplica la absorción del hierro vegetal.
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Proteínas rojas con cabeza: 2-3 raciones semanales de carne roja magra o, si sigues dieta vegetariana, legumbres + quinoa, tofu firme o seitán enriquecido.
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Ojo con los inhibidores: el té y el café después de comer reducen la absorción; deja pasar al menos una hora.
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Suplementación responsable: si el pediatra confirma ferritina baja sin anemia, un suplemento oral bien pautado puede rellenar depósitos antes de que aparezcan síntomas mayores. Evita automedicarte: el exceso también es perjudicial.
Cuándo consultar al profesional sanitario
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Si notas que bajan sus notas o le cuesta más aprender nuevas destrezas.
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Si presenta uno o más síntomas de déficit pese a una dieta equilibrada.
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Si tiene sangrados menstruales abundantes o sigue una dieta con poca proteína animal.
Un control analítico sencillo (hemograma completo y ferritina sérica) puede marcar la diferencia entre un curso escolar con energía y otro lleno de despistes. Como farmacéutica, mi consejo es actuar antes de que la anemia asome: el cerebro adolescente no espera, y sus retos académicos tampoco.